Septiembre 2009
Rizos, espirales
como caracolas rojizas.
Tu olor a sal y arena
tu piel color de espuma.
Del centro de tu cuerpo
brotan dos copos de nácar
con puntas rosadas, coralinas.
Te movías en un ritmo pendular
eras un oleaje lento.
El amor lo hacías con calma
siempre te tomaste tu tiempo.
Me encantaba lamer tu sexo
era tratar de beberse el mar entero.
Admito que al principio no sabía tomarte
mas aprendí a leer tus señales y signos
de tu vapor, tu neblina y tu humedad empecé a valerme
para reconocer el preciso momento
en que mi lengua se volvía un pez embravecido,
entonces tu vibrabas, ronroneabas y gemías
te volvías el océano, derramándose sobre el desierto.